Por fin estoy estrenando la oficina en Puebla, es un cubículo bastante agradable con vista al pico de Orizaba (o no se que sea).
Estoy solo en el piso de arriba, el cual está completamente vacío y a la espera de que sea contratado el personal de ventas el cual no es de mi responsabilidad.
Le conseguí un lugar a mi asistente con lo cual ya podrá estar ordenando y ejecutando todo lo que yo le indique.
Sigo pensando, como fue posible que yo estuviera solo con todo el ajetreo, presión que me demandó el proyecto y las necesidades del mismo ante tanta adversidad, solamente con el apoyo esporádico de algunas personas externas y trabajando literalmente en varios lugares, cafés, restaurantes, salones de negocios, recámaras, plazas, etc.., con el caos de no tener donde guardar los putos papeles y llevándolos de un lugar a otro en cajas de cartón, mochilas, bolsas de plástico en el interior del auto y de la cajuela, literalmente como un gitano que iba de aquí para allá en toda la ciudad.
Ahora veo toda la carga emocional que me demandó esta situación y el sentimiento de estar completamente solo sin apoyo.
Ahora veo que mi enojo contínuo era producto de esa neurosis.
En estos momentos estoy sentando en una silla y apoyado en un escritorio recién desempacados, con olor a nuevo, con la oficina recién pintada y en una total calma.
Lejos, muy lejos están los días del desorden total y de la incertidumbre pasmosa y pesada.
Ahora estoy en un santuario de paz y de tranquilidad, al menos mental.
Se vienen nuevos retos por resolver y también se vienen nuevas oportunidades que aprovechar.
Tengo que ser muy inteligente para seguir cosechando los frutos de lo sembrado y ahora estar en una mejor posición personal y ventajosa para mí.
Después de todo eso fue lo planeado desde que me responsabilicé al tomar la decisión de estar aquí.
Soy la cabeza de playa de está guerra y atrás de mí están llegando los demás.
......pero les llevo mucha ventaja que no les voy a regalar.
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