Ha sido un paso realmente difícil de la inquietud a la calma.
Me descontrolan los viajes a mi casa, con los míos, no cuando voy sino cuando regreso,
porque me quedo con sus sonidos, con sus aromas, con la convivencia diaria,
me perturba estar con la posibilidad de conocer una mujer interesante y tener que regresarme.
En el regreso inmediato me viene la pesadez, de la altura, de la soledad, de la introspección, del desánimo, de la culpabilidad.
Me viene una nostalgia profunda, un cansancio crónico.
Porque quiero estar con los míos, recorriendo la playa, conociendo sabores, sonriendo todo el tiempo.
El regreso siempre es pesado, paralizante y pudiera decirlo desmotivante.
El reinicio de actividades es el subir una cuesta física e ideológica muy pesada y tengo que hacer varios intentos para considerar congruente lo que hice a lo que hago, el unir la actividad que dejé pendiente a la que tengo que retomar.
El ir y venir me frustra, me encabrona, me deprime.
Me da hueva, pesadez, me da todo......
Este post es para cuando regreso de casa.
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