Nos encontramos en badoo, después de varias charlas anteriores.
Al principio todo era formalidad y seriedad.
Nada de pláticas sexuosas ni mucho menos manifestar cualquier tipo de interés en particular del uno hacia el otro.
Las pláticas se fueron sucediendo cotidianamente, y poco a poco se fue penetrando en lo personal e íntimo.
Ella como un libro abierto me se fue mostrando y yo la fui analizando.
Sus intenciones, sus deseos, sus ansiedades, todo disectado como normalmente sucede cuando analizo a alguna persona.
Me comentó de sus recientes salidas y sus instatisfacciones y fui percibiendo su necesidad de contacto físico.
Todo a través del chat, todo a través de pláticas con la computadora teniendo solamente por perspectivas fotos subidas en su perfil, solamente conociendo su cerebro.
Antier y después de otra de sus frustradas salidas, percibí esa energía de la cachondería, percibí que tenía deseo de estar con alguien.
Y quién mejor que yo? también ávido de deseo, de ganas de estar con alguien de encamarme con un cuerpo que en fotos no se veía nada mal.
El encuentro físico fue en un centro comercial a media noche, ella llegó en auto y previamente convení en llevarla a su casa para de ahí irnos a un hotel.
Así pura y llanamente, nada de filtreo, nada de un café previo.
Llegamos al hotel y pedí dos copas, ella estaba algo tensa pero decidida, ya estaba conmigo adentro de un cuarto de un hotel de paso.
Mientras platicamos la veía detenidamente, una mujer de buena complexión, bonita, alguien que jamás esperaría se encontrara conmigo por primera vez en un hotel.
La plática se fue dando poco a poco, hasta que llego lo que tenía que llegar.
Le fui dando confianza y se que le gusté desde que me vio.
Yo sabía que le iba a gustar, no es falsa modestia, pero se que con lo que ha conocido pues no tengo competidor.
La besé en el cuello en las orejas, en la nuca, en los hombros, sin desvestirla, me la fajé como dos adolescentes en un lugar secreto.
Previamente le había dicho en el chat como me gusta dar placer, evidentemente esa fue una de las razones por la cual se decidió a picar el anzuelo. Ahora mi obligación como amante era la de corresponder a esa explicación tan descriptiva.
Como un guión de un libreto cinematográfico, la tomé entre mis brazos ya en la cama y le fui dando ese tan ansiado placer que ya tenía entre sus manos y que no podía dejar escapar.
Lo demás fue recorrerle el cuerpo con la lengua, la espalda, las nalgas los muslos, besarle los dedos de los pies, lamerle las piernas.
Deliciosa piel, bien cuidada, que brillaba, digno de una mujer que como ella se cuida y tiene clase.
Me inspiro tanta espontaneidad, tanta cachondez, me dejo lamerle las nalgas, su ano, lamerle su clítoris.
Me dejó dedearla, lamerle los pezones.
Percibí su jadeo, sus orgasmos, percibí su deseo y su satisfacción.
Se arqueaba y me tocaba con sus muslos, con sus tobillos, me besaba la espalda, la mordía, metía su lengua.
Me mamó la verga deliciosamente y se dejo penetrar una y otra vez.
Fue un acto como hace mucho no tenía, un acto lleno de intensidad y de energía.
Terminamos muy tarde y decidimos irnos a cenar unos tacos a un lugar que abre las 24 horas.
Compartimos la conversación, el plato, las manos, sin importar estar rodeados de trasnochados y medio borrachos que han de haber salido de un antro.
La dejé en su casa y me fui a la mía.
Ha sido uno de las noches mas memorables de mi vida.
No puedo decir mas y le estoy agradecido.
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