Escuchando un poco de música, relajado desde el pequeño despacho que instalé en una de las recámaras de mi departamento en Cholula.
Tranquilo, sintiendo un poco el cansancio de la noche de ejercicio anterior.
Cada vez voy entendiendo más mi cuerpo y sus reacciones ante la disminución y programación del nuevo esquema de ejercicio que estoy diseñando para aprovechar mejor la influencia que tiene en la dopamina cerebral y en la generación de buenas sensaciones al típico cansancio de las distancias largas y ejercicios intensos.
Solo me han bastado 12 minutos de caminata, unos pocos minutos de trote muy lento y unos sprints muy cortos pero solo para sentir el ritmo un poco mas en crescendo.
Después ejercicios de core en dos pies sin necesidad de agacharme.
Termino con el ritmo necesario de manera muy cómoda y relajada.
También escoger un circuito corto ha ayudado y hacer el ejercicio en la tarde con el ocaso del sol ha sido más benéfico, para después con un duchazo de agua fría duerma literalmente como niño. Muy cómodo.
Claro está que siempre hay la tentación de darse a la carrera larga y el conflicto aparece, pero he decidido perder ante este conflicto y parar. No importa si mi grado de satisfacción no es el mayor en ese momento.
No más de cuatro canciones, no más de media hora de ejercicio.
Caminata, carrera lenta, sprint, ejercicio de core.
En horario vespertino.
Baño frio.
Tal parece que esta es la nueva fórmula que me llevaré en desarrollarla por largo rato.
Igual varío un poco con una caminata larga el fin de semana o con la compra de una bola para patear y arrojar para variar la dinámica.
Pero eso ya será después.
También estoy respetando los horarios de comida.
A veces voy entendiendo que la comida solo es un combustible y no una droga evasiva.
Me quedo con este descubrimiento.
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