miércoles, 11 de abril de 2012

Mil imbecilidades.

De esas que se presentan todos los días, como son a saber:

Estar trabajando en una compañía de mierda con una bola de estúpidos, que son lo suficientemente mediocres como para no salir adelante por sí mismos, justificando sus pendejadas y aventando la mierda de unos a otros.
Con un jefe con total falta de liderazgo y que al que solo le interesan sus propios beneficios personales los cuales por cierto están bastante deteriorados.

Tratar de conocer a una bola de nacos y pendejos de diferentes redes sociales, los cuales son igual de pendejos que los anteriores salvo que uno los busca por esa necesidad de tratar de convivir con alguien utilizando los medios cibernéticos, total, pura carne fresca barata, pura basura.

Pensar que las situaciones de la vida son felices, que las mujeres de grandes culos son seres mágicos, en si las mujeres de grandes y medianos y pequeños culos piensan en sí mismas, desde la aletargada bibliotecaria, desde la comerciante improvisada, desde la madre soltera y desde la entrenadora de natación, son todas flores que quieren ser regadas con aguas bautismales pero en el fondo ya están secas, están marchitas y han dejado de florecer.

La gran estupidez de mis socios, unos imbéciles de pacotilla que los detesto profundamente, idiotas que no hacen nada y que esperan a que las cosas se resuelvan solas, espero que esto no me traiga consecuencias a futuro, pero estoy consciente de que ya me aburrió toda esta mierda.

La imbecilidad de la gente en general, de su falta de educación vial, de su deseo simplista de cambiar las cosas, de los marginados apestosos que no tienen agua ni ropa limpia, que hieden adentro de sus pequeñas casas con olor a mierda de niño y de animal, mierda conjunta que se une en un olor fétido que caracteriza únicamente a estos jodidos de por vida.

La gran señora popofona y pendeja y el joven popofón y pendejo, el prieto acomplejado con sus asquerosas barbas de chivo y sus lentes de fondo de botella y su quijada de buey. Un maldito buey que debería de estar cargando hojas secas y basura y no estar estudiando francés.

De mi amigo el mustio, de mi amigo el depresivo, de mi amigo el gordinflón mediocre, de mi amigo el sabelotodo, de mi amigo que no es mi amigo pero que se quiere pegar con argumentos estúpidos de su mediocridad, de querer que piense que está interesado pero no está interesado en meterse en mi vida y pretender saber lo que hago o lo que digo.

De la gorda de allá, de la otra gorda de mas allá, de todas las gordas que alguna vez fueron y que ahora no lo son, que se dejaron y que tratan de justificar su vida, jodiendo con sus reproches de todos los días.

De la ley, de la autoridad de mierda que nos atosiga constantemente, de los políticos que nos roban las esperanzas y la paciencia.

Del agua que se va.

De estos malditos pensamientos que se vienen y van.


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