Bueno, como todo, estamos por regresar.
Vacaciones de fin de año, como siempre cargadas de enfermedad y de sentimientos familiares.
He reflexionado tanto al respecto durante tantos años, que ya mejor me doy por bien servido y no me meto en tantos problemas al tratar de identificar el mar de sentimientos que se forman en la llegada, en la despedida, en la cotideaneidad de dos semanas, en los recuerdos, en las pérdidas.
Siempre que vengo traigo ciertas expectativas y siempre que regreso regreso con otras.
Voy aceptar las cosas como están y me voy a enfocar a los puntos que a mi me corresponde concentrarme o mejorar.
Es muy difícil convivir con la familia en un big brother cada fin de año, en donde uno vuelve a ser el hijo y a veces cuesta trabajo deciclarse de la realidad en la que uno vive.
Es difícil no lo voy a negar, es complicado, pero es la única familia que tengo y debo de entender que cada quién tiene sus miedos, sus sueños, sus necesidades.
El contexto de venir acá siempre es complicado y probablemente dejar de ser el que normalmente es uno por quince días puede ser una liberación y también un reencuentro con personas que cada uno ve menos y que un día ya no estarán.
Sensaciones nostálgicas de un lugar que una vez fue y que ya no será, de una época que se fue en un éter perdido en el espacio.
Al fondo y en la oficina de mi primo Sergio escucho a Queen y me digo, mejor me voy a poner pedo mas seguido cuando venga para acá para que me valga madre todo.
A darle, no queda otra.....
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