Aceitunas en oliva, cordero, pescado, almejas y mejillones, un paseo por el Centro de Madrid, vino, risa...
Con María Elena el viaje fue cósmico por las calles de Madrid, época invernal, mañanas frías, pies helados, viento que pega y que entume.
A medio día calor, ganas de caminar y de sentirse vivo.
Gozo.
A ella le debo la alegría pasajera del mes de diciembre, ese recuerdo de un viaje improvisto de hace cuatro años, me evade, me aligera la carga de fin de año, la realidad pasmosa y la nostalgia.
Noches de Bar, de risa delirante, de voz resbalosa por el alcohol. Las cubatas inmensas en copa de vidrio, llenas de hielo, a la mitad de la copa con una cocacola de sabor europeo.
Cruda en la mañana, desayuno gourmet, mimosas frías, tocino con huevo, café, pan dulce, cordero, queso brie....
Regresar a la calle, viaje a Toledo, cerveza, recorrido guiado por los callejones históricos, donde moros y cristianos convivieron en una armonía temporal, antes de que unos fueran expulsados por los otros.
Regalos, chamarras, perfumes.
Tequila con Lucio, acompañando el chamorro y las sopas.
Regreso animoso para descubrir que un viaje abre el espíritu, que un viaje da felicidad al alma.
De lo otro ni me acuerdo, ni me importa.
Toda esa alegría te la debo querida María Elena y espero que sigas viajando por ese mundo sideral.
Te recordaré especialmente en Diciembre.
Descansa en Paz.....
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