Desde el lunes estoy en Puebla ya que por cuestiones de negociación con las autoridades me tuve que quedar más de lo acostumbrado.
Estoy en uno de esos hoteles con el nuevo concepto de tarifa barata, pero bien equipado con un centro de negocios y el desayuno con fruta y cereal con platito y vaso de plástico.
No me quejo ya que está muy bien ubicado al lado de un centro comercial con cine y a unas cuatro cuadras del centro.
Realmente lo que me ha llamado la atención es lo bien que se ha puesto la ciudad, con un desarrollo bien planeado y con modernidad en sus vías de acceso.
En las mañanas me voy a correr en un circuito de 2.5 kms con pista en un parque ecológico.
La gente es amable y ya conozco mas o menos la idioscincracia de aquí porque viví hace algún tiempo por acá (Hay Lorenita, que tiempos aquellos).
Lo que me gusta es ese sabor de salir en la tarde como a las seis y media y ver como la gente realmente disfruta de su ciudad, el centro histórico se nutre con la gente en sus cafés, en sus plazas, en sus comercios y la gente va y viene sin prisas en un ritual relajado y tranquilo.
En los centros comerciales los jóvenes se ven y se van al cine o se toman un café y los adultos mayores se reunen para platicar.
El clima de la ciudad es privilegiado ya que es muy templado tirando un poco a frío en las mañanas, pero nada exagerado.
Al menos en estos tres días he respirado calidad de vida, en los trayectos que he recorrido no me he tardado más de media hora en el carro y se disfruta el manejo.
He comido muy rico y he leído con tranquilidad.
Espero que no me haga mal el acostumbrarme al regresar al defectuoso, pero la reflexión es que pinche es la calidad de vida que estoy llevando.
Voy a tratar de que paulatinamente mientras se desarrolla el proyecto me vaya viniendo para acá.
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