martes, 27 de noviembre de 2007

Leyendo de aquí y de allá.

Me gusta leer, a veces releer.

Es como una catarsis en la cual reinicio procesos a través de la lectura.

Unas veces me meto en libros históricos y otras veces en artículos científicos de revista.
A veces leo revistas especializadas aunque no me dedique a determinado campo de acción.

Me gustan los libros de psicología complejos y también los libros de filosofía.

La descripción de las acciones de las personas y su justificación interna, me atraen cuando están en relación con mi manera de pensar.

En algunos casos releo una novela y encuentro pasajes nuevos, el releer es descubrir mas una lectura.

Por eso no me gusta desprenderme de mis libros o de mis artículos.

Me gusta analizarlos, disfrutarlos.

A veces una frase me da una reflexión profunda.

Me concentra la lectura y me relaja llevándome a mundos diversos.

A sabores, olores, percepciones.

Una vez en un viaje a París y faltando tres horas para llegar, me dedique a leer a conciencia los itinerarios de los trenes, las estaciones del metro, los lugares importantes.

Nunca me perdí o pregunté como llegar a tal o cual lugar.

He estado en la lectura en el fondo del mar, con los sentimientos de algún personaje, conociendo la idioscincracia de un pueblo, el sabor de un platillo, el olor de una flor.

La lectura me da la perspectiva de muchas cosas y la novela me lleva a terrenos inexplorados.

Los libros científicos también me gustan, sobretodo los que tienen métodos numéricos.

En fin ante cada tontería de la televisión, siempre servirá la alternativa de la lectura.

Quedándome con lo mío.

Dentro de lo que se va sembrando, dentro de la actividad cotidiana hay que saber quedarse con parte del fruto que se está buscando.
No necesariamente se manifiesta en dinero, pero es parte del provecho que uno tiene que sacar cuando está al frente de una operación o actividad que nadie quiere o puede tomar la responsabilidad de hacer.

Como ejemplo cito al capitán de un barco que tiene que tomar riesgos para cruzar el océano y a la tripulación que lo sigue.

El capitán tiene el derecho intrínseco a quedarse con parte del cargamento o a disfrutar de los posibles cambios de rumbo de la travesía en alguna playa o isla rodeada de riquezas naturales.
Tiene derecho a relajarse cuando lo deseé y como lo deseé con quién quiera y como quiera, tiene también el derecho a quedarse con parte de las relaciones que hizo y usarlas a futuro en beneficio propio sin necesidad de darle cuentas a nadie, todo lo anterior SIEMPRE Y CUANDO PROVEA DE BENEFICIOS AL QUE LO CONTRATO.
Es como un dar y un recibir.

Es común la indiferencia de la mayoría de la gente hacia la consecución de objetivos ya que solamente hacen su labor mecánicamente en actividades que les son encomendadas perdiendo la perspectiva en general del medio.
La indiferencia viene por el temor de la satisfacción del logro a través del riesgo y conlleva a vivir una vida comodína, basando todo en una seguridad que al final alinea hacia la mediocridad, pero dicha seguridad limita la creatividad.

El investigador que no experimenta con caminos alternos y muchas veces irracionales no es un verdadero científico, no es un descubridor, solamente es un alquimista.
El investigador que descubre tiene el derecho a usufructuar parte de su descubrimiento, a comercializarlo a venderlo y a tener beneficios de él.

El que marca la pauta, es en general creativo y piensa más que los demás, mientras los otros duermen.
Toma acciones mientras los otros lo siguen, mientras los otros están paralizados por sus propios miedos.
No es que el innovador no tenga miedo, es que lo enfrenta y lo domina en su vida.

Hay que tomar parte de lo ganado:
Dinero, relaciones, activos, negocios, perspectivas a futuro.

Es el beneficio de ir por adelante de los demás.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Se acerca la hora de la verdad.

Y cada día avanzamos más, ya no estoy solo como al principio.

Ahorma me sigue el equipo y se han ramificado las labores y las responsabilidades.

De día en día y de acción en acción, las barreras se han venido salvando.

Diferentes acciones hacia un mismo fin.

Me siento satisfecho hasta hoy con mi accionar.

Pero todavía falta lo más difícil, que es concretar las licencias definitivas.

Todavía hay que seguir negociando.

Reflejos con el señor Swann.

Oh cuanta razón tienes Marcel.

Ecos de la Onda de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido 1. Por el camino de Swann.

Y con esa cazurrería intermitente que le volvía en cuanto ya no se sentía desgraciado y que rebajaba el nivel de su moralidad, se dijo para sí:

¡Cada vez que pienso que he malgastado los mejores años de mi vida, que he deseado la muerte y he sentido el amor más grande de mi existencia, todo por una mujer que no me gustaba, que no era mi tipo!.