viernes, 30 de mayo de 2008

Monte Athos.

4:30 de la tarde,
ya comí, ya hice la tarea.
salgo de mi casa y voy a casa de Wayne.
Pantalón corto, camiseta, tenis.
camino a su casa, la cual está como a dos kilómetros, que se yo, no me importa....
sonido de tordos, árboles a mi paso, guayabas, limones, aguacates.
corto guayabas para el camino, dos, me las voy comiendo, al principio saben agrio, luego entro a la pulpa.
coyoles a mi paso, corto una rama, voy a hacer anillos con ellos.
los pongo en algún rincón del monte, no pasa nada, nadie se los va a llevar.
chamoy, chile piquín en mis bolsas.
en la Avenida no pasan carros, ni camiones, es que estamos al final de la ciudad.
llego a la beneficenia española y me doy vuelta a la derecha.
camino,
paso varias casas,
el sol tiene un color azul rey que no he vuelto a ver nunca jamás,
nubes aborregadas, el chorro de algún jet.
llegó al jardín de Wayne, grande, empastado,verde.
con las porterías de madera.
Wayne estará en su casa cambiándose,
y los demás estarán por llegar como yo.
probablemente hoy seamos quince o veinte.
el futbol empezará,
sin uniformes, sin pretender nada, solamente jugar,
juegos interminables de tres horas,
hasta el anochecer,
regreso a mi casa,
en la noche,
viendo las estrellas,
sudado, cansado, listo para cenar.
listo para bañarme,
listo para dormir e ir a la escuela,
y luego a las 4:30 del día siguiente regresar,
a jugar, a no pensar.

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