hace un mes mi jefe me dijo que ya no era necesario en su negocio.
Dos años que me parecieron como agua pasaron ante mis ojos, y me di cuenta de lo vulnerable que es uno cuando trabajas para otros, mas cuando ya tu edad no tiene un factor de resposición en el corto plazo para ser contratado.
Me sentí inservible, eso realmente fue lo que me pesó, como si fuera la bicicleta que una vez recorrió muchas cuestas, paisajes imborrables y bajadas vertiginosas, una vez brillante, roja, completamente lubricada y veloz.
Hoy tirada en un rincón, pasada de moda, oxidada, llena de telarañas.
El salario no era alto, mucho menos para lo que venía siendo normal para mi, ni siquiera llegué a la mitad de lo que ganaba antes. Pero eso no fue lo que me pudo, lo que me descontroló fue el hecho de verme acostado a las diez de la mañana todos los días, después de correr varios kilómetros de más.
Correr varios kilómetros de mas, es una costumbre que se me viene a veces para no pensar, para dormir mucho mas.
Me he vuelto flojo, me da pereza el volver a empezar y mas por mi cuenta.
Probablemente sea lo mejor largarme de aquí para volver a empezar en el paso anterior.
Por lo pronto ya me colgué de un trabajo como asesor, consultor o como se le llame paradójicamente en mi anterior empleo y probablemente sea consultor de esta empresa, no lo sé.
Ya me llegó el momento de valerme por mi mismo y no delegar mi flojera a nadie mas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario