Desde que recuerdo, esto es, desde mi niñez, siempre ha estado algo mal en mi garganta.
Cada principio de año esa agonía cíclica se aparece como si fuese una estacíon inevitable.
Ha habido períodos en los cuales se retrasa, como cuando se retrasa el otoño, pero siempre está ahí para acompañarme.
No recuerdo un período de más de dos años, desde hace unos cuarenta años, en los que no caiga enfermo con los mísmos síntomas y he de reconocer que cada vez son más letales.
Todo inicia con una especie de recordatorio físico en el que el dolor en la garganta es muy intenso, como si una hoja de afeitar me cortara la laringe.
Así de profundo es, es un dolor tan intenso y tan precipitado que parece que fuese intencional.
Ese dolor aparce por lo general en la noche a medio sueño y es el mensaje que durante las siguientes dos semanas las cosas van a estar realmente mal.
Al día siguiente ese dolor se vuelve más tenue y casí podría decir que imperceptible y es cuando empieza esa tos, la cual es tan intensa que hace que los músculos del estómago se vuelvan la señal de que el cuerpo va a empezar a reaccionar.
Ha habido períodos en que la tos es tan intensa que me tengo que sentar para que los ataques los pueda enfrentar sin caerme, y las repeticiones pueden empezar con unos dos segundos hasta terminar en unos veinticinco segundos ininterrumpidos.
Evidentemente con esos tosidos la garganta se destruye y quedo casí afónico, siento como si la garganta estuviera completamente aislada de mi cuerpo en un lugar seco y solitario.
Se aparece una presión en la misma en donde mi cuerpo empieza a sentir el inicio de las convulsiones y como si fuera la montaña rusa me voy preparando para el bamboleo.
Hay casos en que todo esto viene acompañado de flemas, las cuales son en cantidades grandes y espesas y vienen acompañadas con sangre. Pero esto no sucede siempre, a veces, la tos aparece solamente seca y es la que más me pega porque se tarda más en ir. También la calentura se aparece en algunas ocasiones y el cuerpo se me corta de tal manera que me duele todo como si hubiera cabalgado por tres días sin parar.
Jarabes, pastillas, inyecciones y tés me son proporcionados por mis familiares o doctores pero estos apenas atenúan los efectos de la tos ya que solamente me marean e incrementan las convulsiones de mi corazón con pequeñas taquicardías.
Por lo general tengo que pedir uno o dos días en el trabajo porque literalmente mis compañeros me lo suguieren ya que se impresionan al verme, dicen que mi tos es tan profunda que sienten que me voy a desplomar.
Las noches son lo más difícil, porque es cuando el reflujo de saliva y flemas azota mi garganta y los ataques de tos son repentinos, inciertos y muy prolongados, evitándome el dormir, hasta la madrugada ya muy cansado y debil.
No se porque la mayoría de los ataques se dan después de la media noche y hasta como las tres de la mañana, probablemente es cuando mi mente está más relajada.
Por lo general me da tanto frío que me tengo que acurrucar en posición fetal y me siento muy desprovisto y triste, es cuando se me aparecen las sensaciones más depresivas de mi vida y el deseo de abrazar a los amigos que ya no están, o de volver a ser niño o de estar abrazado con algún ser imaginario.
Cuando la medicina empieza a hacer efecto, después de terminarme la primera ronda completa, esto es, un frasco completo de jarabe, una caja completa de medicina, una dosis completa de inyecciones y una caja completa de té, empieza de nuevo la dosis hasta llegar a la mitad de otro frasco de de jarabe y un cuarto de pastillas de la dosis de la caja.
Los oídos empiezan a destaparse y poco a poco salgo de la pesera y de ese mundo submarino en el que me encuentro.
Los estragos son que el dolor corporal se siente y me pongo algún linimento muscular para irlos atenuando, particularmente los muslos y el cuello y eviedentemente el pecho.
Poco a poco me empiezo a reestablecer y a sentirme normal.
Para volver a reintegrarme a mis actividades cotidianas.
Para iniciar el camino de salida de esta estación y volver a llegar a él doce o trece meses después.
Cada principio de año esa agonía cíclica se aparece como si fuese una estacíon inevitable.
Ha habido períodos en los cuales se retrasa, como cuando se retrasa el otoño, pero siempre está ahí para acompañarme.
No recuerdo un período de más de dos años, desde hace unos cuarenta años, en los que no caiga enfermo con los mísmos síntomas y he de reconocer que cada vez son más letales.
Todo inicia con una especie de recordatorio físico en el que el dolor en la garganta es muy intenso, como si una hoja de afeitar me cortara la laringe.
Así de profundo es, es un dolor tan intenso y tan precipitado que parece que fuese intencional.
Ese dolor aparce por lo general en la noche a medio sueño y es el mensaje que durante las siguientes dos semanas las cosas van a estar realmente mal.
Al día siguiente ese dolor se vuelve más tenue y casí podría decir que imperceptible y es cuando empieza esa tos, la cual es tan intensa que hace que los músculos del estómago se vuelvan la señal de que el cuerpo va a empezar a reaccionar.
Ha habido períodos en que la tos es tan intensa que me tengo que sentar para que los ataques los pueda enfrentar sin caerme, y las repeticiones pueden empezar con unos dos segundos hasta terminar en unos veinticinco segundos ininterrumpidos.
Evidentemente con esos tosidos la garganta se destruye y quedo casí afónico, siento como si la garganta estuviera completamente aislada de mi cuerpo en un lugar seco y solitario.
Se aparece una presión en la misma en donde mi cuerpo empieza a sentir el inicio de las convulsiones y como si fuera la montaña rusa me voy preparando para el bamboleo.
Hay casos en que todo esto viene acompañado de flemas, las cuales son en cantidades grandes y espesas y vienen acompañadas con sangre. Pero esto no sucede siempre, a veces, la tos aparece solamente seca y es la que más me pega porque se tarda más en ir. También la calentura se aparece en algunas ocasiones y el cuerpo se me corta de tal manera que me duele todo como si hubiera cabalgado por tres días sin parar.
Jarabes, pastillas, inyecciones y tés me son proporcionados por mis familiares o doctores pero estos apenas atenúan los efectos de la tos ya que solamente me marean e incrementan las convulsiones de mi corazón con pequeñas taquicardías.
Por lo general tengo que pedir uno o dos días en el trabajo porque literalmente mis compañeros me lo suguieren ya que se impresionan al verme, dicen que mi tos es tan profunda que sienten que me voy a desplomar.
Las noches son lo más difícil, porque es cuando el reflujo de saliva y flemas azota mi garganta y los ataques de tos son repentinos, inciertos y muy prolongados, evitándome el dormir, hasta la madrugada ya muy cansado y debil.
No se porque la mayoría de los ataques se dan después de la media noche y hasta como las tres de la mañana, probablemente es cuando mi mente está más relajada.
Por lo general me da tanto frío que me tengo que acurrucar en posición fetal y me siento muy desprovisto y triste, es cuando se me aparecen las sensaciones más depresivas de mi vida y el deseo de abrazar a los amigos que ya no están, o de volver a ser niño o de estar abrazado con algún ser imaginario.
Cuando la medicina empieza a hacer efecto, después de terminarme la primera ronda completa, esto es, un frasco completo de jarabe, una caja completa de medicina, una dosis completa de inyecciones y una caja completa de té, empieza de nuevo la dosis hasta llegar a la mitad de otro frasco de de jarabe y un cuarto de pastillas de la dosis de la caja.
Los oídos empiezan a destaparse y poco a poco salgo de la pesera y de ese mundo submarino en el que me encuentro.
Los estragos son que el dolor corporal se siente y me pongo algún linimento muscular para irlos atenuando, particularmente los muslos y el cuello y eviedentemente el pecho.
Poco a poco me empiezo a reestablecer y a sentirme normal.
Para volver a reintegrarme a mis actividades cotidianas.
Para iniciar el camino de salida de esta estación y volver a llegar a él doce o trece meses después.
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