viernes, 11 de marzo de 2011

Entre ella y ella.

Ayer me encontré con las dos, Lulú y Stephanie.

Como ya lo había investigado Stephanie, es la típica extranjera que viene al país a vivir su aventura de color y sabor mestizo, en donde los patrones irrepetibles de las extranjeras que vienen a México se hace presente como un patrón universal.

Defensora de las causas indígenas, metida y relacionada con ejidatarios de la sierra y procreando un hijo con uno de ellos se presenta esta rubia, que compró un terreno en la sierra y que quiere hacer su casa de paja con biotecnología en el medio de la nada.

Hace ocho años que llegó ya para vivir su vida a todo lo que da, no importando que en algunos períodos se haya metido en problemas por el típico abuso de andar con machos retrogradas con un nivel cultural muy bajo.

Pero este fenómeno se presenta continuamente y es el pan nuestro de cada día, ir de una relación de abuso a otra en pro de ese idealismo de protección a los mas necesitados, en donde esos necesitados a veces son despiadadamente abusivos de la buena fe de sus protectores.

En el otro caso está Lourdes, niña veinteañera que es maestra de idiomas, con unos rasgos mestizos muy finos y bellos, especialmente sus ojos.

Muy educada y con ideas claras de lo que quiere y de sus limites, es una buena mujer que está experimentando ese deseo de querer volar de la casa paterna tradicionalista y con esos cuidados excesivos de los padres ante el terror de la realidad cotidiana.

Pero también es una mujer insegura en cuanto a su excesiva timidez, de la cual ha ido y venido entre relaciones de abandono de hombres que la han tenido y la han dejado.

Ahora relacionada con un hombre joven en lo que parece una buena relación, así sea....

En el fondo las dos son buenas mujeres, en el fondo las dos son de buena fe.

Lo que a mi me llama la atención es mi perspectiva pasada de moda ante ellas, ese cuestionamiento de el porqué de buscarse los caminos mas difíciles para justificar la vida.
Como si a veces fuese muy importante el sufrir par vivir, en un masoquismo de darse contra la pared una y otra vez, en un ciclo de levantarse y volver a caer.

Con cualquiera de las dos o con las dos me podría embarcar a un destino lejano y podría establecer una relación en la cual los límites podrían expandirse al territorio de una relación completamente libre de todo prejuicio material o espiritual.

Como si yo fuese el centro de un círculo en donde el perímetro es recorrido por ellas dos en un movimento traslativo al rededor de una fuerza centrípeta que provendría de nuestras energías.

Fantasías irrealizables que se repetirán en mi mente en este proyecto en el que estaremos inmersos los tres por unas semanas.

No tendré inconveniente de estar con ellas, lo que a veces no entiendo es como caigo aquí.

Me gustaría oler los perfumes que emanan de sus cuerpos y sentir la tersura de sus pieles, acariciar sus cabellos y engendrarlas.






1 comentario:

Jo dijo...

¿solo porque son extranjeras?

...