lunes, 19 de diciembre de 2011

las barreras imaginarias.

de no poder con las expectativas creadas, de no satisfacer los objetivos planteados, de tratar de relativizar los fracasos, de considerar que no es importante y desdeñar lo deseado.

de superar las barreras imaginarias......

del amigo que ya no es amigo porque ya no nos satisface en la consecución del éxito económico, porque su éxito económico nos corroe, nos da un dolor, porque lo que ahora ya no soportamos sus manías, sus desplantes, sus mujeres, porque lo vemos lejano no porque lo hayamos alejado, sino porque él decidió largarse, dejarnos, darnos un portazo y ponernos en la petaca de su pasado y guardarnos en el estante mas alto y lejano de las posibilidades de tomarla, de abrirla.
remedos de una amistad que ya no existe,
remedos de lo que alguna vez pensamos que fue y ya no lo es,
trazos finales de mostrarnos nuestra vulnerabilidad y nuestra sensación de que ya estamos fuera de moda.

del exámen que fue en su momento algo importante, no el aprender, el pasar, de tener esa idea en la cabeza, constantemente, ese exámen del reproche de uno, del todos los días, de la necesidad de justificarse llenando espacios en blanco, de una grabación apenas perceptible para los expertos y completamente extraña para los pasantes, que aún escucchándo miles de grabaciones, esta es la mas incomprensible de todas, la mas ajena, la mas dura, la mas caladora.
para después darte cuenta que eres solo un número, un 57 sobre 100, simplemente, que no significas nada y que tu aprendizaje nadie te lo valora, solamente eres un número y al salir completamente aturdido, cansado, enojado te das cuenta que pasar o pasar no tiene significado alguno, que no es redituable el conocimiento en esta vorágine de la productividad, que la inversión y la ganancia no significan pesos o centavos, que solamente es un pan para tu alma interior, para tu satisfacción, para darte cuenta que eres diferente a todos los demás y que no importa que eres, con quién estás.

escucho este disco de peter gabriel como fondo en el transfondo de un lunes decembrino previo a la navidad, tan extemporánea para mi, tan fuera de gracia de tono de satisfacción o de significado,
pero tengo que ir al encuentro, a verlas, a estar con ellas, como un automáta que solamente tiene que estar colgado de un pino, del cuello, como si fuera una esfera de ese pino y estuviera a punto de morir asfixiado, sofocado, cansado.

es así como me siento, me siento con esa cruda eterna, cansado, sucio, desmoralizado, triste, obscuro, desfondado, sin ganas de levantarme o de hacer actividad alguna, como si me pesara inclusive escribir estas líneas que se vuelven pesadas losas para estar punteando en este teclado lento y lleno de semen.

hoy juegan los acereros, es lo que me agrada de esta época, los juegos de invierno de los golpes, de sentir el frío en la cara, de ponerme un gorro de lana en la cabeza, de dejarme sentir la barba y los años que se acumulan en esa pendiente tan pronunciada para llegar a ese templo vacio donde la gente vestida como uniformados de negro y las mujeres con ropa ceñida muestran sus culos, sus pechos, sus piernas y su lujuria en el propio templo que hace exitarme y pensar que si fuera un sacerdote o ministro a todas ellas me las cogería para expiar sus pecados y entrar en gracia divina.

arroz gohan, voy a aprender hoy a hacer el arroz gohan, otra barrera largamente concebida, construida al paso de los años, donde es imposible cocinar un arroz al vapor, frito, rojo, blanco, verde o una paella multicolor.
barreras siempre las barreras que no me dejan, que me llevan al monchis de los lunes en la mañana, a la barrera del lunes, pesada, alta, gruesa, que me aprisiona en este cuerpo, en este cabello despeinado y grasoso, en esta playera olorosa, en este pantalón de mezclilla de una semana sin lavar, con este dolor de muñeca.

y ahi está rossy tan lejana, tan etérea, tan vanal, tan buena, tan hipócrita, tan madre, tan puta, todas las mujeres son unas putas, todas son putas que me forman barreras imaginarias que no me dejan llegar a la plenitud de una erección medianamente satisfactoria.

y luego y luego y luego están esas voces de todos los días, esos carceleros que me avientan al hoyo mas produndo y mas negro de mi propia consciencia, hacia el suelo, hacia estar tirado, cansado y sin emoción alguna.

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