lunes, 28 de marzo de 2016

Apaga y vámonos....

Esta semana santa me integré en un equipo de béisbol semiprofesional, experiencia única en mi vida en donde me pude adentrar por mucho en lo que es un equipo de béisbol de primer nivel.

Ahí te das cuenta de que el béisbol es una religión, particularmente entre la clase media baja y aspiracional.

Muchos jugadores jóvenes juegan hoy a gran nivel e inclusive se les paga para que puedan dedicarte unos juegos en tu equipo.

Hay jugadores que militaron en equipos de liga mexicana o en ligas de otros países antillanos, caribeños o sudamericanos.

Es mucho el sacrificio que un patrocinador para tener un cuadro competitivo que enmarque su empresa. Estas son costumbres regionales y desconozco si esto aplique en todos lados.

Hay fanaticada, insultos, presión.

Se juega con presión, para dar resultados y sobretodo no se puede perder, se debe jugar sin error, so pena de ser ridiculizados por el entorno social si no se obtiene el objetivo de campeonar.

Por otro lado los jugadores son fríos, están en su onda y no aceptan muchas indicaciones, son soberbios y se te pueden salir de control si no tienes tacto con ellos. Yo simplemente fui un espectador mas montado en mi posición de tercera base y me limitaba a mandar las señales para correr a segunda o pararse, lo demás ellos lo decidían todo, porque simplemente lo saben hacer todo.

Además de jugar con nosotros muchos de ellos se fueron a jugar ese mismo día con otro equipo en la tarde por dinero, aquí el dinero es lo que importa, la paga, no importa ni el trofeo ni los regalos.

Aquí no hay deportivismo solo amor al dinero y amor al ego.

Solo se integran en equipo cuando la cosa va difícil, que en este caso fue en el juego semifinal, ahí si muy calladitos aceptaban las recomendaciones que se les daban, evidentemente el otro equipo también estaba armado con jugadores de paga.

La final fue de trámite ante unos muchachos universitarios que no vieron el polvo de estos trogloditas del bateo.

Tan solo ver a un negro venezolano de mas de dos metros de altura les produjo vértigo a la hora de ir a batear.

Yo me divertí, actué como si fuese algo importante, yo solamente me concentré en estar ahí y entender un poco esta dinámica.

Al final el equipo ganó, el patrocinador pagó y promovió su negocio, y el coach se llevó el trofeo de campeón.

Yo conocí mucho de este mundo y recordé en ciertos momentos a mi padre y a mi abuelo.

así que apaga y vámonos.......

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