martes, 23 de enero de 2007

Duc in altum

Reflexionando lo ocurrido desde hace cuatro años para acá, siento que tuve la fortaleza de enfrentar los múltiples problemas en los que me ví envuelto por circunstancias en las cuales yo tuve la responsabilidad al no evaluar objetivamente las adversidades en las que me enfrentaría al confiar en terceras personas.

Soy plenamente consciente que en el estado de profunda adicción en el que me encontraba y viviendo una vorágine permanente y dinámica, tuvo como resultado una desatención de lo que la sensibilidad y percepción me dictaban, esto es, que no tuve el cuidado de seguir las señales de protección mínima personal, ubicándome en situaciones de alto riesgo completamente desprotegido.

Los descalabros se sucedieron uno tras otro, tras otro, sucesivamente hasta no saber diferenciar cual de los problemas era el más grave, ya que todos eran realmente graves.
La problemática principal fue el sentir la soledad y la falta de amigos con quién poder pedir auxilio ya que literalmente las naves las fuí quemando una a una en el transcurso del tiempo (o al menos así lo sentía).

Darte cuenta que la adicción generó un cancer en la completa sobriedad y darte cuenta que los sentidos estaban ahí para castigarte ahora con la reflexión contínua fue lo más cruel y doloroso que he sentido en la vida, porque el dolor de la pérdida fué muy duro, muy intenso.
Es el despertarte y darte cuenta que los problemas siguen ahí y que tu los generaste y que estás solo para resolverlos, pero completamente desprotegido, te genera una pesadez y depresión muy severas.

Luego vinieron relaciones muy intensas con mujeres, como buscando una sanación inmediata en la búsqueda de una puerta solidaria, cuando lo que menos sucedió fué ese efecto, esto es, han sido lo menos solidarias de todas las relaciones que he tenido en mi vida.

Y entonces un día me tuve que levantar y ver en el espejo y empezar a poner las prioridades para salir adelante.
Volver a dar la cara con todos, aclarar circunstancias, regresar a negociar y darle la vuelta a los problemas ha sido el detonante cotidiano de mi vida en este período.

Levantarse del suelo es lo más intenso y duro que me ha tocado vivir, recurrir a ayuda profesional en todos los sentidos me envolvió en una vorágine de aprendizaje intenso y aplicación inmediata.

Afortunadamente las cosas se han venido equilibrando y siento que estoy en el camino otra vez, pero con una experiencia de guerra.

Mis habitos han cambiado y aunque ha habido recaidas, estas no me han inmovilizado y cada día me levanto, me aseo y trabajo lo más duro que puedo para enfrentar mis compromisos y ya estar viendo una lucecita al final de un tunel todavía largo. Pero al menos me conformo con esa lucecita ya que el camino estuvo muy oscuro y fangoso.

Realmente me llené de mierda y al menos ya estoy limpio.

Tengo que seguir en este camino hasta el final.

Duc in altum




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