martes, 17 de mayo de 2011

Guardadito.

Por lo visto todos tenemos nuestro guardadito.

Me refiero a esa parte obscura y recóndita en nuestro cerebro que produce ciertos accionares secretos y que difieren notoriamente de lo que la gente piensa de nosotros en realidad.

Me viene a la cabeza el acto de hoy en día del director del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Khan, futuro contendiente a la presidencia de Francia por su partido, quién está encarcelado en Nueva York acusado de asalto violento contra una camarera del hotel en el que se hospedaba.

Un hombre poderoso, que pudiera tener a su disposición mujeres bellas por doquier y que no obstante su poder político, es tentado por sus mas bajas pasiones a cometer actos con violencia.

Muchas veces desdeñamos la mente, los impulsos reprimidos durante la vida y al final todo desemboca en acciones que llevan a un hombre a seguir su locura.

Ayer que platicaba con Y, mi amiga que vive en Canadá, me comentaba que su esposo lleva años chateando todas las noches, al principio ella se enojaba y lo espiaba, pero ya dejó que su manía la lleve a cabo para evitar enfrentamientos.

Ella me comenta que se ha dado cuenta que algunas mujeres han tenido cibersexo con él y ante el reclamo él ha contestado que mientras no haya contacto físico no es adulterio.

Siempre hay un detonante obscuro, una justificación de que esa adicción que se hace en lo oculto, abajo de la mesa, es correcta y que solamente es una diversión, o un hecho "normal".

Pero ese hecho, esa acción es tan poderosa que hace que el sujeto la busque constantemente, la realice, y nunca se sienta pleno, lleno o satisfecho.

Ese vacío hace que constantemente busque llenar la insatisfacción con sexo, drogas, voyeurismo, alcoholismo, actos delictivos y violentos.

Nunca se sacia uno, nunca llega uno a la completa satisfacción y entonces no buscas una droga, buscas varias, o en otros casos no buscas una relación con una mujer en el chat, te la pasas toda la noche tecleando insaciablemente para llegar a ese éxtasis de cinco o seis minutos y cansado pretendes justificar que no pasa nada que todo está bien.

Ese guardadito se va convirtiendo en una pus en tu cabeza y quedas como un pelele que te lleva a permanecer en tu locura, a vivir loco, pretendiendo ser el controlador, ahora te vuelves controlado por tus manías cerebrales, por los debrayes internos.

Hay que reflexionar si ese guardadito es el amo ahora y tu eres el perrito que sigue jalado con su correa.

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