Como cualquier otro, eso es lo que soy.
Ni soy una eminencia, tampoco un erudito y mucho menos el mas virtuoso de los hombres.
Con lo que Dios, la naturaleza, mis padres y cualquier otro ente que haya influido en mi creación, me han dado, es con lo que vivo.
Soy consciente de mis limites, de mi principio de incompetencia de mis traumas y adicciones. Siempre hay algo que resolver con estas habilidades limitadas.
Es la actitud el revulsivo que hace que esas limitaciones a veces pasen desapercibidas y generen resultados inesperados, máximos o superlativos.
Es la falta de actitud lo que genera la evasión, la adicción, el sufrimiento y la inactividad.
Entre estos dos axiomas vivo, en días con actitud y días sin ella, entre la acción y el estancamiento.
Son las campanadas de mi vida que me llevan allá y me regresan acá para volver a recomenzar una y otra vez.
No tengo arrepentimiento de mis actos ya que no he ofendido o dañado a alguien ya que me conozco y se frenar, aquí el dañado soy yo.
Es cansado subir y bajar una y otra vez.
Al fin de cuentas soy un simple mortal.
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