viernes, 30 de julio de 2010

La manía de sentirse mal.

Esa manía de verse siempre acorralado por las presiones, por la falta de tiempo, por las deudas, fueron haciendo que su ánimo menguara hasta hacerlo desplomarse físicamente como resultado de la depresión absoluta.

Mañanas soleadas en las que tiene que empezar el día, pero él ya está cansado después de dormir profundamente, ni el café mas cargado hacen que él se reanime y ya a medio día está muerto de sueño.

Fatigas que hacen que su carácter esté irascible todo el tiempo y que a la mas mínima situación adversa, hagan que él explote en esa cuesta arriba imaginaria que le provoca el pensamiento caótico de que todo va a salir mal.

Aislamiento introspectivo que lleva al miedo, hacen que él busque el remanso mediante la evasión física por medio de la masturbación crónica, una y otra vez se masturba pensando que ese túnel lo lleva al menos a una luz tenue dentro de una tranquilidad momentánea, haciendo que el descubra paisajes naturales bellos.
No es el sexo lo que le atrae, no es la concepción de tener sexo con una mujer o adentrarse en las mieles del amor, es la búsqueda hacia su cerebro que trata de quitar lo estancado a sus pensamientos fijos, a sus manías lo que lo llevan a buscar que las endorfinas le provoquen la sensación de felicidad.

Pero al final la tarde llega con su lluvia fría y él está solo para caer rendido y volver a dormir en un sueño profundo, profundo, profundo del que ya no quiere despertar nunca más.

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