miércoles, 18 de febrero de 2009

Las horas del reloj.

El lunes me levanté temprano en mi casa del DF, para irme a firmar una escritura de una de las casas del proyecto de Tultitlán.
Como es necesario ir a la oficina del notario la cual está al otro lado de la ciudad, consideré que el tiempo que haría será de dos horas y así sucedió. Dos horas de Tlalpan a Tecamachalco en automóvil saliendo de las ocho de la mañana para llegar a las diez y cuarto.

Después de firmar me dirigí a las oficinas centrales de la compañía en Santa .
Decidí irme por la parte de Tecamachalco para evitar Reforma Lomas ya que hay tramos que están en reparación. Hice aproximadamente cuarenta y cinco minutos porque me desvié en una de las calles.

Llegué a la oficina y estuve dos horas atendiendo diversos asuntos, uno de ellos fue el de llevar a mi socio de Tultitlán para invitarlo a invertir con nosotros, aparentemente se mostró interesado, pero no hecho las campanas al vuelo ya que lo conozco y se que en estos tiempos las posibilidades de que invierta son pocas.
Además les expliqué a los compañeros la situación de la operación de los fideicomisos del terreno de Temoaya y todo estuvo según lo programado.

A las tres de la tarde me enfilé a la carretera para Puebla con la idea de llegar como a las seis de la tarde a más tardar.

En el punto de salida de la Calzada Ignacio Zaragoza el flujo vehicular estaba literalmente parado y yo pensé que probablemente había un accidente a la salida de la autopista.
El tiempo pasaba y la velocidad se redujo prácitcamente a cero, ya no avanzaba y todo se paró.

Cuando sucedió esto yo estaba en el punto más alto del paso a desnivel del tramo de salida de la Calzada y ahí estuve por dos horas y media aproximadamente.
Al poner el radio las noticias indicaban que la carretera de Querétaro estaba parada por los camioneros que reclaman el precio del diesel. Por lo anterior deduje que lo mismo ocurría en esta vía.

Después de las dos horas y tanto, el flujo empezo a movilizarse poco a poco y las noticias radiales ya indicaban el paro de los camioneros.
Todo fue esperar hasta llegar al punto de cierre y después el flujo ya se normalizaba, pero había mucho tráfico de autobuses de pasajeros los cuales se habían acumulado durante el cierre.

Al pagar la caseta, vi la fila de autobuses por el carril de enmedio y me dispuse a acelerar ya que quería estar a tiempo para mi clase de francés a las siete y media.
Todo fue acelerar con cuidado, pero con un promedio de velocidad de 120 kms\hora, el cual es alto si se toma en cuenta que la autopista tiene tramos pronunciados de bajada.

Llegué a Puebla como a las siete y a las siete y veinte ya estaba entrando al salón de clase para que me revisarán la tarea que hice durante el sábado y el domingo.
Mi interés era ver mis dudas para no acarrear malas interpretaciones en el próximo examen.

Más o menos estuve manejando el lunes unas nueve horas, o estuve al menos en el carro nueve horas.
Esto es como si fuera a Tampico por carretera.

Ese día no comí hasta la noche y a medio día solamente me comí dos paquetes de cacahuates japoneses que compré cuando el carro estaba parado.

Es caótica la ciudad de México, literalmente ya está imposible vivir ahí.

Ya me estoy desacostumbrando al tráfico.

El martes en la mañana me levanté a hacer un poco de ejercicio.

Pero hoy en la madrugada resentí el cansancio, con mucho dolor muscular en brazos y piernas.

Ahora sí fue necesario el masaje terapéutico el cual me alivanó bastante el día de hoy.

Me siento bastante descansado.

Aparentemente si se va a hacer la operación del prestamista y siento que eso nos ayudará bastante, o al menos así lo veo para el dueño del negocio.

Yo me pondré otra estrellita más para cuando sea necesario negociar.

He estado cansado y con una sensación molesta esta semana, pero hoy ya me he sentido mejor.

Todavía tengo mucha interrogantes en mi cerebro las cuales a veces me caen como una losa pesada.

Tengo que salir de este letargo.

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