lunes, 5 de marzo de 2007

Me sorprendes.

Sinceramente y para serte honesto yo no esperaba que salieras así del pasado juego.
A pesar de que cayeron por sorpresa y que la situación nos tomó completamente desprevenidos, ya que dabámos por hecho la improbabilidad del suceso, este se presentó, como una fuerte ola que nos sacudió por la rapidez de sus movimientos.

Ahora yo decidí seguirte y tu tomaste todas las decisiones para contrarrestar esos movimientos.

En lo que me sorprendiste fue cuando decidiste no enfrentar directamente sino esperar el ataque y después retroceder unos (muchos) metros.
Ya no fué como desde hace tres años, atacar de frente repetidamente y aguantar los embistes.
Ahora la táctica fué totalmente diferente (ya que los objetivos han cambiado completamente) y créeme que en un momento determinado pensé que nos iban a dar una completa tunda debido a la superioridad númerica.
El haber esperado y con paciencia dejar el símbolo de la presencia fue lo mejor que nos pudo haber pasado.
Yo diezmado y tu fuerte, fueron ingredientes a una sintonía diferente de nuestra estratégia común.
Nosotros ahora reculamos y esperamos, y ellos con la confianza de su juventud atacaron, pero los envolvimos en la confusión y los cansamos en el sobretiempo.

No perdimos y no ganaron.

Fue un dulce empate.

Pero al final fuímos más sabios, más humanos.

Este fué mi último partido, pero ha sido el que me ha dejado más.

Más para vivir y sentir,

Más para perdonar.

Te deseo paz, amor y armonía con el mundo.

Fue un honor haber sido tu compañero de batalla por más de cinco años.

Nadie nos quitará los triunfos y son muy nuestras las derrotas.

Es el momento de volar hacia otros caminos.

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