lunes, 9 de febrero de 2015

Andrea Pirlo.

el sábado vi el juego de la Juve contra el Milán, mientras doblaba mi ropa que saqué de la lavadora, en los ganchos para colgarlos.

Es el Amo de la pausa, es el arquitecto del ritmo, camina, corre, da dos pasos laterales y parece que su labor es desapercibida.

Después en un pequeño instante, cambia el ritmo y filtra la pelota para dar un pase profundo, exacto, pleno, que pone al delantero en posición inmejorable para anotar.

El arte de manejar el ritmo en el juego no lo domina cualquiera, Messi es un jugador hiperdinámico que mueve a su equipo con una velocidad alucinante. Pirlo camina, ve la cancha, se acomoda el cabello y no deja de tener esa mirada introspectiva pero con un aire de creatividad que solo los artistas privilegiados tienen.

Camina lateralmente y sabe interponerse en una trayectoria de pase contrario para taponear, cortar o robar el balón.

Cubre la pelota, la desliza en sus botines y la pisa, corre, da un pique y vuelve a dar otro pase magistral.

Siempre con esa sensación de claridad, de pausa, con apariencia de que el mundo se detiene por instantes y después sale una jugada magistral, elegante.

Esa sensación de la pausa es la que quiero tener, sin pretensión de ganar o de perder, esa sensación de ritmo de tranquilidad aunque el mundo se venga encima, aunque la adversidad presione.

Voy a ser un Andrea Pirlo en mis actividades cotidianas.


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